El agro argentino avanza entre cosechas récord y retenciones inciertas, mientras el mundo espera señales de China y EE.UU.

En Argentina, los precios de la soja y el trigo muestran tensiones entre la necesidad de venta y la expectativa de los productores, mientras el maíz enfrenta dificultades logísticas. A nivel internacional, la falta de datos oficiales en EE.UU. y la cautela de China delinean un mercado en transición que podría haber dejado atrás su peor momento.

Mientras el sector agroindustrial argentino atraviesa semanas decisivas, los mercados internacionales dan señales mixtas de recuperación. Según Dante Romano, profesor e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, el escenario local combina “una cosecha que se acerca con fuerza, precios sostenidos por factores puntuales y una actitud expectante por parte de los productores”.

En el plano local, la soja disponible mantiene un plus en los precios tras la eliminación temporal de los derechos de exportación. Sin embargo, los valores ya comenzaron a moderarse.

“La originación está más difícil y eso sostiene los precios de la nueva cosecha, que llegaron a superar los 310 dólares por tonelada”, explica Romano. “Ese nivel implicaría una baja significativa de las retenciones, pero alcanzar esos valores parece poco probable. Los productores, que esperaban recortes fuertes, podrían retacear ventas si eso no se confirma”, añade.

En maíz, la siembra alcanzó el 30% del área, aunque con complicaciones por exceso de humedad en el norte bonaerense. Las ventas se mantienen muy por debajo del promedio histórico -50% con precio frente al 63% habitual-, y una gran parte del grano continúa almacenada.

“Hay zonas con exceso de maíz y dificultades logísticas, sobre todo en los puertos del sur bonaerense. Con los costos de flete actuales, mover ese grano hacia el norte tampoco es competitivo”, detalla el especialista.

El trigo, por su parte, comienza a ingresar con fuerza desde el norte, con rindes muy superiores a los 20 quintales por hectárea. Pese a ello, las ventas con precio apenas alcanzan el 9%, frente a un promedio histórico del 22%.

“Es probable que, como el año pasado, veamos una baja puntual por la presión de cosecha y necesidades financieras. Pero el productor llega más líquido, lo que podría amortiguar esa caída y permitir un rebote posterior”, sostiene Romano.

En el contexto internacional, el mercado estadounidense atraviesa semanas de incertidumbre por el shutdown de la administración pública, que interrumpió la publicación de los reportes del USDA. No obstante, fuentes privadas estiman que la cosecha de maíz ya supera el 50% y que la producción de etanol se mantiene muy activa.

“La baja de precios en maíz logró reactivar la demanda, tanto para exportación como para el sector energético”, señala Romano y agrega: “En soja, la molienda interna está en niveles récord y los productores norteamericanos están reteniendo grano, lo que muestra que el mercado podría haber pasado su peor momento”.

En cuanto a China, el gigante asiático sigue sin realizar compras significativas de soja estadounidense, dado que puede abastecerse desde Sudamérica. “Brasil mantiene embarques muy activos, y con lo ya adquirido, China podría completar su ciclo incluso utilizando parte de sus reservas estratégicas”, indica Romano.

La situación se complejiza con los vaivenes políticos: los recientes comentarios de Donald Trump reavivaron las expectativas de un nuevo acuerdo comercial, aunque sin definiciones claras. En tanto, Indonesia sorprendió al anunciar que elevará su mezcla de biodiésel a B50 y exigirá combustible de aviación sustentable para 2026, lo que podría dinamizar la demanda global de aceites vegetales.

“La transición hacia biocombustibles y energías más limpias empieza a marcar la agenda de los grandes consumidores. Es un cambio estructural que, más allá de la coyuntura, puede beneficiar a los países productores de soja”, concluye Romano.