Corredores biológicos urbanos: estrategias para la producción sostenible

Se trata de la plantación de árboles nativos de las ecorregiones del territorio que abarca el AMBA. Busca conectar y vincular los montes fragmentados en el paisaje debido al avance de la urbanización y de la agricultura. Atraen polinizadores y generan barreras de protección, entre otros beneficios.

Equipos del INTA AMBA trabajan en la implementación y la concientización de generar corredores bio-culturales urbanos, ya que son clave en las estrategias para la producción sostenible y amigable con el ambiente. Entre otros beneficios esta acción permite generar servicios ecosistémicos y el hábitat para animales, aves e insectos que puedan saltar de monte en monte para permanecer o visitar los espacios naturales.

Las prácticas de manejo que se proponen implican, desde lo económico, un menor costo para el productor; y desde lo ambiental, un sistema más sustentable y amigable con el medioambiente.

“Buscamos implementar sistemas productivos sostenibles y sustentables. De aquí que este tipo de corredores son clave para atraer polinizadores, generar barreras de protección, atraer a la fauna benéfica y permitir que la fauna local circule por esos espacios”, precisa Rosana Gutiérrez de la agencia Escobar del INTA AMBA.

Los árboles nativos con los que se trabaja desde el INTA AMBA para la formación de corredores urbanos son, entre otros: espinillos, talas, molles, coronillos, algarrobos.

Así, se promueve la biodiversidad del sistema a través de corredores con variedad de especies, espontáneas e implantadas, que generen estratos de diferentes alturas, hábitos de floración a lo largo del año y que contribuyan al establecimiento de enemigos naturales.

Asociaciones y rotaciones
El proyecto se centra, además, en el armado de estrategias de restauración y conservación de ambientes deteriorados, desconectados, poco diversos, visibilizando la problemática para sembrar conciencia con actividades de plantaciones, capacitaciones, talleres y charlas.

En esto se enmarcan las actividades de biodiversidad biológica que promueven prácticas de manejo que resaltan las ventajas en incorporar más especies al sistema productivo, ya que cada especie tiene una función y promueve procesos en el ecosistema.

“A esto se le añaden las asociaciones y rotaciones en cultivos como el diseño de corredores biológicos, de espacios o franjas de biodiversidad, cortinas, entre otros. A modo de ejemplo las mariposas e insectos necesitan plantas para vivir como alimento y refugio”, agrega Gutiérrez.

Como síntesis un corredor biológico es un espacio geográfico delimitado como un camino que une montes, parches verdes o árboles a distintas distancias, con el objetivo de permitir conectividad entre paisajes, ecosistemas, hábitat naturales o modificados que poseen características ambientales semejantes, y asegura el mantenimiento de la diversidad biológica, los procesos ecológicos y evolutivos, contribuyendo a una producción sostenible.

Esto se complementa con capacitaciones para reforzar el vínculo con las especies circundante y promover el reconocimiento de la naturaleza en las áreas urbanas.