La plaga fue la vedette de las adversidades en esta campaña 2023/24 del cereal. Con más de un 20% cosechado a nivel nacional, el análisis de la agtech SIMA arroja resultados contundentes.
La “chicharrita” (Dalbulus maidis) representa una de las principales plagas del cultivo de maíz en zonas tropicales y subtropicales, que se ha expandido en las últimas campañas desde el norte del país a regiones edafoclimáticas menos predisponentes para su radicación. Sin dudas, durante esta campaña 2023/24 ha afectado fuertemente al maíz tardío.
La enfermedad “Spiroplasma kunkelii” o “Achaparramiento del maíz”, que transmite esta plaga, es una de las más dañinas para el cereal, ya que afecta significativamente su producción y rendimiento.
Con más de un 20% cosechado del cereal a nivel nacional, el Sistema Integrado de Monitoreo Agrícola (SIMA), que está presente en 8 países de América Latina y cuenta con más de 8,3 millones de hectáreas monitoreadas, analizó el impacto en la Argentina.
En el estudio, se confirma el avance de la plaga desde el NOA hacia la región núcleo y central. A su vez, en el 11,32% de las campañas de maíz de segunda, de los usuarios de SIMA, se detectó chicharrita.
En tanto, el 75% de las campañas donde se registró la adversidad, pertenecen a siembras de segunda o tardías. Pero no existe fuerte correlación entre la presencia de chicharrita y las estimaciones de rendimiento que los usuarios hicieron a campo.
La mayor concentración de Spiroplasma es en la región central del país, coincidente con la distribución de los lotes de segunda o tardíos.
La chicharrita ataca al cultivo en etapas tempranas pero la enfermedad se expresa en estadíos más avanzados, y existe fuerte correlación entre severidad e incidencia frente al rendimiento (-0.67 y -0.64 respectivamente)
A mayor nivel de severidad o incidencia, menor es el rendimiento estimado. A su vez, la severidad tiene un mayor impacto en el rendimiento que la incidencia, y existen diferencias en el comportamiento de los diferentes híbridos frente a la enfermedad.
Cómo fue la expansión de la plaga
El primer registro de “chicharrita” fue el pasado 4 de enero en la región del NOA, con una propagación hacia el sur del país durante los meses restantes del verano para llegar finalmente a las provincias de Santa Fe, el norte de Buenos Aires e incluso Entre Ríos.
Según la base de datos de SIMA, la “chicharrita” tuvo su mayor presencia sobre los maíces de segunda y tardíos sembrados en las últimas semanas del año 2023 o las primeras del 2024.
Los datos arrojan la detección de chicharritas en un 11,32% de las campañas de maíz de segunda.
Mientras que el 75% de las campañas donde se registró la adversidad pertenecen a siembras de segunda o tardías.
Asimismo, las plantas infectadas pueden presentar diversos síntomas y malformaciones en su desarrollo y reproducción que terminan por impactar en la productividad del cultivo causando pérdidas de rendimiento superiores al 70%.
No obstante, su verdadero impacto en el rendimiento aún no queda del todo claro. Es decir, analíticamente no se halla una correlación alta entre la presencia de la plaga y el rendimiento que los usuarios de SIMA han estimado a campo en el mismo momento que declararon la presencia de la adversidad.
Ni presencia, ni abundancia: todo está en la transmisión
Los datos recolectados por los usuarios en la plataforma de SIMA, confirman el hecho de que el principal riesgo de la plaga no es su presencia ni su abundancia, sino lo que ella transmite. La chicharrita funciona como vector de la enfermedad Spiroplasma y puede ocasionar infestaciones durante toda su vida.
Es por ello que, la probabilidad de transmisión se incrementa con el aumento poblacional y uno de los principales métodos de manejo es el control del tamaño de las poblaciones de individuos para lo que se debe ser eficientes en la realización de monitoreos precoces.
Analizando la información de la distribución de lotes con presencia de Chicharrita (puntos verdes) y lotes registrados con presencia de Spiroplasma (puntos rojos), resulta llamativo la concentración de la enfermedad en la región central del país (mapa izquierda); concentración que copia a la perfección la distribución de los lotes con maíces de segunda o tardíos.
La “chicharrita” en vegetativo y Spiroplasma en reproductivo
Tal como lo indica la bibliografía, el equipo de data science de SIMA ha logrado evidenciar, a través de la base de datos, que la chicharrita del maíz ataca al cultivo en etapas tempranas pero que la enfermedad se expresa en estadíos más avanzados.
Ambas adversidades registradas en la campaña 2033/24 dibujan una distribución normal donde la chicharrita se detectó en etapas tempranas del cultivo, mientras que spiroplasma se comenzó a ver sobre las etapas reproductivas. Por ello, es crucial detectar a campo las primeras apariciones ya que las infecciones tempranas son las que causan mayores daños.
Según los registros en SIMA, la primera detección de la enfermedad se dio el 10 de febrero mientras que a mediados de marzo se dieron los picos máximos para Spiroplasma marcando para el 17 de marzo un 36% de los monitoreos de enfermedades con presencia de la adversidad, en tanto que en la semana siguiente la positividad fue de más del 50%.
Como se mencionó anteriormente, es la enfermedad quien genera los grandes impactos en el rendimiento, y es por tal motivo que otro de los análisis consistió en evaluar los datos de incidencia y severidad registrada por los usuarios y cruzarlos con los datos de rendimiento estimado para los mismos monitoreos.
Como se puede observar en el gráfico, sobre una base de monitoreos en 40 lotes diferentes que detectaron Spiroplasma, se desprende que existe una fuerte correlación entre las variables frente al rendimiento, de -0.67 y -0.64 tanto para la severidad como para incidencia respectivamente. De la misma manera, ambas correlaciones son negativas, lo que demuestra que a mayor nivel de severidad o incidencia, menor es el rendimiento estimado.
Por su parte, las ecuaciones de regresión (Severidad: 6.680 -53.02x; Incidencia: 7.301 -44.67x) afirman que la severidad tiene un mayor impacto en el rendimiento que la incidencia.
En cuanto a la elección del híbrido -una de las estrategias de manejo para el control de esta enfermedad- el análisis no permite llegar a conclusiones irrefutables por falta de un mayor número de N. No obstante, se puede arribar a que existe una diferencia en el comportamiento de los diferentes híbridos analizados.